22 de febrero de 2011

Las necesidades creadas.

Mientras hacía cola en la farmacia hace unos días, me llamó la atención un gran expositor de productos para bebés: chupetes, tetinas, sujeta chupetes, biberones, guarda-chupetes, mordedores, cucharas y platos, vasos de aprendizaje… y muchos sonajeros. De éstos últimos, unos modelos en concreto me han sorprendido tanto que no he podido evitar coger uno y leer el cartoncillo en el que iba enganchado; decía algo así como: 0+ (así que entiendo que está dirigido a ser utilizado desde el nacimiento) “Adecuado para aprender a coger e interactuar con objetos” y “estimula los sentidos auditivos y visuales, ayuda a la percepción sensorial”. Vinieron entonces a mi cabeza los apuntes de la facultad sobre desarrollo cognitivo: un tal Piaget hablaba de las reacciones circulares. Lo que viene a decir en sus teorías es que los bebés comienzan su relación con el mundo a través de los reflejos, que poco a poco van dando lugar a pautas de actuación más elaboradas. De la franja que va de los 1 a los 4 meses, Piaget hablaba de las “reacciones circulares primarias”, en las que un bebé comienza a realizar pequeñas actividades con su propio cuerpo, que normalmente empiezan de manera casual y se van perfeccionando (por ejemplo, chuparse el dedo). De los 4 a los 10 meses, comienzan las “reacciones circulares secundarias”, que viene a ser algo parecido, pero ya interaccionando con el mundo que le rodea: un día, toca un juguete cercano, hace ruido y se ríe por la hazaña… esas actividades se van complicando poco a poco. Así explicaba este autor los comienzos del aprendizaje (y la mayoría de sus modelos siguen teniendo validez hoy en día).

Entonces… esas filas sucesivas de cajas de sonajeros marcadas con distintas cifras, 0+, 2+, 4+, 8+… en realidad ¿para qué sirven? En mi opinión: para nada. Bueno sí, para calmar las conciencias de madres y padres, casi siempre preocupados por si están haciendo todo lo necesario para estimular al máximo las capacidades de su bebé. Detrás de este propósito inherente a la crianza están las farmacéuticas y casas de juguetes intentando explotar el filón, y dándose de bruces con las teorías cognitivas más elementales; porque vamos a ver:

-         un niño recién nacido necesita dormir y mamar. Poco más. No necesita estimulación ninguna. Los moro, babinsky, darwinianos y demás aparecen y desaparecen según avanza el desarrollo y sirven de indicadores para saber si todo va bien. No hay que hacer nada.
-         Entre el primer y el cuarto mes de vida, los bebés se dedican a chuparse el dedo, el puño, los nudillos y lo que se lleven a la boca por casualidad, como la sábana. Lo tienen que hacer, así que es buena idea recordar este punto y no apresurarse a decirle a la madre, en muchas ocasiones desbordada, eso tan habitual de “serán los dientes, dale un chupetito” o“este niño tiene hambre, mira cómo se chupa el puño”,. Pues sí, se lo chupa y hace bien. No hace falta que tenga en la mano un juguete que no va a apreciar… como mucho, aprenderá a aceptar los golpes en la cabeza que se dará con algún movimiento involuntario. (Y no, tampoco significa que obligatoriamente se vaya a estar chupándose el dedo hasta los quince años, aquí entran en juego muchos factores).
-         Hasta aproximadamente el quinto mes, los pequeños no empezarán a apreciar los preciosos sonajeros con colores y ruidos elaborados al gusto de los padres… ¿para qué tantos modelos previos? Y sobre todo ¿con qué fin?

La estimulación en los bebés es un asunto complejo que preocupa a los padres y que pone en marcha sentimientos de culpabilidad: si todo va bien en el desarrollo de nuestros hijos, es que hemos hecho un buen trabajo, si algo va mal… ¿qué podía haber hecho para compensar? Evidentemente, ahora sabemos muchas cosas sobre cómo estimular a un bebé con dificultades y cómo ayudarle a superar limitaciones, pero eso de “ayuda a la percepción sensorial” es una perogrullada: si hay problemas de percepción se requiere la ayuda de especialistas y no unas campanillas enganchadas a un aro, y “aprender a coger objetos” lo van a aprender, con payasito y llaves o sin ellas. Pero de las tres afirmaciones, mi favorita es “estimula los sentidos” porque entiendo que es un eufemismo que en realidad quiere decir “entretiene”. Estos muñequitos que se ponen en la mano a los peques, que se cuelgan de sillas y capazos, los móviles de colores y músicas buscan conseguir un bebé entretenido sin presencia de un adulto, que posiblemente tendrá muchas más cosas muy importantes que hacer. Pero seamos serios, un bebé no necesita instrumentos que se fabrican desde hace unos sólo unos años. “Estimular los sentidos” de un bebé es algo que se tiene que poder hacer aquí, en el desierto del Gobi y en Iquitos. Se estimula a un bebé cuando se le coge, se le besa, se le mece, se le habla, se le da de mamar, se le canta, se le arrulla y consuela… se estimula cuando estamos con él y cuando ponemos en marcha recursos sin más ayuda que nuestro cuerpo y nuestro calor. Todo lo demás son parches que nos ponemos  nosotros los adultos para justificar la incapacidad adquirida (o la capacidad perdida) de dedicarnos a nuestros pequeños en la medida que ellos nos lo piden.

Es verdad, tenemos vidas complicadas, y hay objetos que nos la facilitan. Pero reflexionemos sobre el uso que hacemos de ellas. Yo he tardado casi dos días en escribir este pequeño texto, y robándole horas al sueño. Quizá, con una hamaca que se moviera sola, un chupete y luces proyectadas, podría haber elaborado un texto de similar tamaño en tan solo un ratillo, pero ¿estaría escribiendo sobre el mismo tema? Se admiten apuestas y opiniones.

Beatriz Coronas, psicóloga.

6 comentarios:

  1. Montse Martín22/2/11 09:26

    No puedo estar más de acuerdo, si, si,y tres veces si. Aunque hay matices que creo imprescindibles señalar, por ejemplo, el uso que los padres le dan a un sonajero, a veces no es "solo" de "entretenedor" de los sentidos de su hijo, mientras ellos piden ocuparse de otras cosas, sino como "herramienta" adulta para interactuar con ellos. Antes estaban los cinco lobitos y hoy se nos ha sofisticado el asunto sobretodo elaborando una red de marketing a sus espaldas que se apoya en el consumismo y en como artaer a los padres y más tarde a los hijos.
    Buen texto, me parece que este blog me va a gustar mucho ;).

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  2. La verdad es que Jairo lo que mas le gusta mirar es a su hermanita, y a su hermanita el mejor regalo una caja para montarse un camion de bomberos, una ambulancia, una cueva de hombres primitivos, un avion... que juego da una caja!
    Entre todo lo que nos regalaron con Duna que se hereda, y lo que ya sabemos de lo niños por experiencia, es cierto, no necesitan nada de eso, solo nuestra atención! me ha gustado mucho la entrada wapa!

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  3. me encanta verte tan activa
    porque me encanta leerte siempre
    totalmente de acuerdo.... si, demasiadas cosas !!!! para cubrir que? y acumular productos de bebe que se quedan nuevos, sin uso,
    podria hacer una lista enorme, de cosas de mi hijo mayor que me regalaron que no usamos y que con el pequeño ni siquiera saque :-S

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  4. Por supuesto, Montse, y bienvenidos sean todos esos usos. Yo me estaba centrando en los artilugios en sí mismos y, sobre todo, en lo fácil que es jugar con los sentimientos de los padres.

    Gracias, Merlinita y Raquel.

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  5. Pues yo estoy de acuerdo al cien por cien.
    Lo peor de todo, es que, no debería hacer falta leer a Piaget ni a nadie para saber todo esto. Eso lleva a pensar que el marketing es más fuerte que el instinto. Y da miedo.

    La única herramienta que tenemos para defendernos de esto que lleva pasando algunos años, es que gente como tú nos haga reflexionar.

    ¡Gracias!

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  6. Muy de acuerdo contigo, Violeta. Y además, a medida que van creciendo encontramos la misma situación con un sin fin de juguetes. A parte de que hoy en día son de pésima calidad y se rompen con el uso "normal" de cualquier chico, están pensados por mente adulta para mente adulta (que al fin de al cabo el que lo adquiere es el padre no el niño) y creo que los chicos así lo sienten y por eso estos juguetes no los entretienen más de una semana. (Y mejor no hablemos de cómo y en qué condiciones los producen) Yo opté por botar casi todos los juguetes. Tengo un pequeño de 2 y medio y una nena de casi 5 y el mejor juguete es, como dice Merlinita, una caja, y unas pelotas de arroz hechas por nosotros que las usan para todo, telas, y de ahí en adelante usan las cosas de la casa: vasijas, ollas, instrumentos...

    Lo único que compro y en promoción, son juegos de armar como el Lego, afortunadamente esos sí duran y los disfrutan.

    Ah! mundo loco que cree que en un juguete se delega el tiempo y juego compartido.

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