1 de julio de 2013

Noches de pesadilla (29 de junio: Día mundial del Sueño Feliz)

   En alguna ocasión, hablando del tema del sueño infantil, alguien ha defendido la necesidad de emplear métodos del adiestramiento del sueño con un argumento similar al siguiente:

      "Es que los adultos necesitamos descansar ¿tú te dejarías operar por un cirujano que no hubiera dormido bien por la noche?"

     Pues evidentemente no, no me gustaría que me operara, ni a mi ni a nadie, una persona que no estuviera al cien por cien de sus capacidades, pero es algo que depende tanto de confiar en el otro que salvo casos extremos, creo que tenemos poco poder de decisión... prefiero una cirujana al cien por cien, un piloto que no hubiera bebido, una mecánica que no dejara pasar ningún detalle, o un dependiente de buen humor. Lo que busco es gente responsable y que haga bien su trabajo. 

     Ahora, saber que se está en condiciones de hacer bien lo que se tiene entre manos es una responsabilidad personal muy grande, que no todos los adultos están en condiciones de asumir. Queremos llegar a todo, hacer todo, rendir en el trabajo, lucir divinos y además estar en buenas condiciones. Y TODO es muy dificil, sobre todo cuando se tienen niños pequeños. 


     Curiosamente, la mayoría de la gente piensa muy muy bien en qué momento van a hacer las cosas importantes de esta vida: aplazan irse a vivir con su pareja mientras estudian un máster, se compran casa cuando las condiciones son mejores, esperan a acabar la carrera para casarse... menos tener un hijo: los hijos se tienen cuando "toca",porque nos lo dicen los mayores, los tienen todos los amigos o símplemente porque sí. Y poca gente parece apreciar que tener un hijo es el trabajo más importante, sacrificado y demandandante del mundo. Curiosamente, cuando se trata de establecer prioridades , pocas veces sale ganando el niño. Y eso pasa con el tema del sueño. Es habitual que se justifique casi cualquier tipo de método (no sólo de adiestramiento, también podemos incluír aquí las diversas medicaciones que se utilizan injustificadamente) porque "es insoportable", porque "tienes que vivir", porque "te tienes que levantar al día siguiente" o porque "no puedo estar sólo para él". Así que lo que hacemos es trasladar la incapacidad adulta para resolver situaciones complicadas (laborales, familiares...), que se han elegido (presuntamente como adultos) a las necesidades vitales de un niño pequeño, que lo único que pide es aquello que necesita. Nada más, pero tampoco nada menos. Eso dice mucho de la salud mental de la población general, y de cómo va el mundo. Se le llama maltrato, y abuso de los más débiles. 

     Y retomo el principio de la columna: claro que no deseo que nadie me haga daño por no estar en buenas condiciones físicas o psíquicas. Y como yo trabajo en el tema de la prevención en la infancia, lo que voy a defender es que tampoco hagan daño a niños que no pueden defenderse, daños que son el resultado de no escuchar el instinto, de hacer caso de lo que se dice "porque sí". Daños como los siguientes son por los qué rechazo estos métodos:



  • Porque el vínculo afectivo no se establece como debería: el niño no puede entender porqué durante el día (por ejemplo) le atienden y por la noche no. No es capaz de asumir el "mamá tiene que dormir para estar descansada e ir a trabajar" o "es importante tener tiempo tranquilos como pareja". El niño desconfía, su apego tiende a desestabilizarse y ello puede generar problemas a largo plazo (Stevenson-Hinde y Shouldice, 1995;  Griffin y Bartholomew, 2005; Schaffer y Emerson, 1964) o a corto plazo, que frecuentemente se atribuyen a otras causas (casi siempre, otra vez, responsabilidad del niño). 
  • Porque el llanto tiene efectos perjudiciales en el cerebro y en el desarrollo del bebé, dañando el hipocampo y con ello la memoria (Lloy de Mause) o el sistema emocional (Joseph Le Doux).
  • Porque el llanto tiene un propósito: nada es porque sí, y responde a la selección natural. Los niños mueren si no se atiende su llanto, si hemos llegado hasta hoy ha sido porque hemos llorado y nos han atendido.
  • Y finalmente, porque el sueño infantil necesariamente es así: interrumpido por necesidades vitales. Y porque el niño necesita dormir acompañado para regular un cuerpecito que todavía no funciona bien. 
 Adulto: no te rebeles contra lo que es humano. Busca ayuda, simplifica tu vida, busca alternativas... pero no dañes a un niño.         

Más información en Dormir sin llorar, en la blogosfera maternal o en Twitter #ADormirFelices

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